«Hay un encanto por creer que somos víctimas»
¿Qué me dice el horóscopo de 2020? “El culto a la predicción es como una adicción”, dice Alejandro Lodi, astrólogo humanista que sostiene que preguntarse el porqué de lo que nos sucede es engañoso porque responde al ego, en tanto el viaje espiritual de la transformación implica mirarse más allá de la luz que creemos que somos.
Esto vale para los individuos y para las sociedades, Lodi es uno de los pocos astrólogos argentinos que hace investigación astrológica de los procesos históricos. En esa línea, hace una lectura muy sugestiva de lo que nos espera en estos próximos años por la conjunción Saturno/Platón que se inició en enero de 2020.
Empecemos por el principio ¿Qué ofrece la astrología?
Hay una vertiente de la astrología que se dedica a la predicción, como ciencia de la adivinación, pero Lodi se inclina por la que propone un universo simbólico que permite comprender la realidad toda y sus potencialidades, no sólo la de las personas en su vida particular, y desde esta comprensión hacernos cargo de lo que nos toca.
En esa línea, la astrología cuestiona los supuestos que traemos por pertenecer a cierta cultura o haber sido educados de cierta manera. Uno de ellos es la creencia de que estamos disociados del cosmos, de que no tenemos nada que ver con los ciclos de Saturno, por ejemplo. Sin embargo, el orden en el que vive el universo se corresponde con un orden de la tierra, y la astrología indaga esa conexión.
No hace falta más que preguntar a un agricultor o a un pescador el impacto de los ciclos lunares en los cultivos o en las mareas. “Lo raro es creer lo contrario. Lo raro es creer que estamos disociados del resto del universo. Y no hace falta tener formación intelectual, de hecho, a la astrología la generaron personas que acaso no leyeron libros sino que contemplaban las regularidades del cielo y comenzaron a observar cómo se correspondían con regularidades en nuestras vidas”, explica Lodi.
Otro supuesto del que no es fácil zafar y en el que se apoya la astrología de la adivinación es el de la cultura judeocristiana y su creencia de que alguien poderoso maneja mi destino y debo cumplir con su mandato. “Es la cultura de dios padre omnipresente, omnisciente, omnipotente. Está en todos lados, sabe todo y tiene el poder de hacer lo que quiera con vos. Y, encima, nos ama” ironiza pero aclara que, aunque estemos en contra, ese supuesto opera en nosotros.
¿Cómo escapar del embrujo de la predestinación?
“El culto a la predicción es como una adicción y, como toda adicción, para revertirla hay que entregarse a ella y agotarla. Ninguna técnica de trabajo con adictos te propone ‘ponele un candado a la heladera si tenés problemas con la gordura’, sino tocar tu punto límite. Llega un momento en que decís ‘este es el último cigarrillo que fumo’, no por mandato, no porque está mal, sino porque se agotó el hechizo que tenía eso en mí”.
Pero superar el hechizo conlleva la comprensión de lo que sucedió y a ella no se llega, la mayoría de las veces, mirándose solo a uno mismo. “Acá se hace evidente que lo más genuino de nosotros necesita de los demás para darse a conocer, somos entidades vinculares”, reflexiona Lodi, alertando que la cultura occidental estimula el narcisismo, el creer que uno podría todo y solo.
“Para saber quién soy tengo que fijarme en cómo me vinculo a los demás, incluso qué dicen los demás acerca de mí, sobre todo lo que creo que es injusto que se diga sobre mí. Si en mi vida se manifiesta cierto vínculo eso tiene que ver conmigo, no son fatalidades que nos ocurren. Este es otro cambio perceptivo que propone la astrología”, asevera.
Los vínculos y los hechos que nos ocurren tienen que ver con nuestro destino y hay una astrología que busca sacar provecho de ello proponiendo hacer que el destino juegue a favor de lo que yo quiero. “No es la astrología que practico, dice enfático Alejandro Lodi. “La astrología que practico es: los hechos que me ocurrieron, sobre todo en contra de mi voluntad, tienen un profundo significado respecto de quién soy y la astrología me permite verlo. No puede ocurrir nada en mi vida que no tenga que ver conmigo, que no esté dentro del campo de lo que soy”.
Acá retoma el concepto junguiano de que la imagen que tengo de mí mismo no es lo más auténtico de mí. Esa luz tiene una sombra. “Porque creo que soy quien creo que soy, no registro que soy aquello que está afuera de esa imagen luminosa. De modo que el hecho de encontrarme a mí mismo en lo más auténtico implica un proceso de transformación personal”.
“La transformación no es sumar conocimientos, es morir a la imagen que tengo de mí. Esto ocurre con la astrología y ocurre con una buena terapia”, manifiesta con franqueza. Y como ninguna transformación se agota en lo mental, Lodi llama a esto un viaje espiritual, tomando esta expresión no en un sentido religioso sino místico.
“La religión implica un cierto dogma, alguien ya sabe cómo es la verdad y lo transmite, en tanto la experiencia mística es un compromiso personal donde no hay garantías. El compromiso es con eso que soy más allá de la imagen que tengo de mí mismo. En lo profundo de lo que soy hay una vitalidad, una fuerza, que va mucho más allá de lo que yo puedo comprender pero es donde percibo que es la vida la que se propone algo con nosotros, no al revés. Y eso es el viaje espiritual”.
Qué hacemos con la pregunta sobre el porqué nos suceden las cosas
Muchos consultan el horóscopo o se hacen la Carta Natal para comprender por qué le pasaron o pueden pasar ciertas cosas. Alejandro Lodi sostiene que son preguntas un tanto engañosas porque lo que sucedió puede no tener un sentido para el ego, pero sí para el alma.
“Para la dimensión más profundad de uno mismo, es un estorbo lo que el yo espera que le pase en la vida” y redobla la apuesta: “Para la dimensión profunda de nosotros mismos lo que creemos que somos es un obstáculo en cierto momento del viaje”.
Ante lo inexorable o incomprensible, la opción más saludable es aceptar lo que ocurre, lo que no significa decir que estuvo bien, sin embargo, si resisto ese hecho, genero sufrimiento. Aceptar lo que sucedió nos permite darle un sentido de un «hacia dónde», ver en qué dirección puso mi vida ese hecho. “Si no lo acepto me concentro en que el culpable encuentre castigo y en esa intención queda velada la dirección que ese hecho proponía en mi vida, y lo estoy perdiendo”.
En definitiva, vamos a la consulta astrológica por los asuntos de nuestra vida personal y “en la consulta aparece que en mi vida hay otra vida, que incluye a mi vida personal, pero que no la satisface y que no va a permitir que yo me salga con la mía”, acota irónico, “te va a mostrar que el principal obstáculo de tu vida sos vos”.
Este presupuesto que defiende Lodi, deja por el piso la posibilidad de apelar al victimismo, que la astrología adivinatoria y la sociedad estimulan. “La cultura en la cual vivimos ‘dignifica’ la posición víctima. Por supuesto que podemos ser víctimas de sucesos, lo que hay que observar aquí es la posición existencial de victimizado o victimizado. Si yo me siento victimizada en mi existencia, ya marqué todo un surco de destino que va a dejar fuera un potencial de comprensión riquísimo de mi vida”.
El encantador papel de víctima de los argentinos
Trabajar sobre la victimización hoy es fundamental no solo en el plano individual, y aquí la conversación se desplaza definitivamente al plano de lo social y de la Argentina actual, donde propone “reconocer el hecho del cual fui víctima, pero desistir de la tentadora y encantadora ocurrencia de ocupar la posición victimizada”.
Inevitablemente hay que abordar el concepto de grieta que nos identifica a los argentinos y que acumula víctimas de ambos lados. Lodi sostiene que acá también hay un hábito adictivo que hay que agotar.
Pone como ejemplo la anterior conjunción de Saturno y Plutón que tuvo lugar en 1982. “En Argentina se agotó un hábito adictivo de un modo muy costoso y que parecía muy difícil de superar. Había una casta social, la casta militar, que estaba más allá de la política y eran sus garantes, encarnaban los valores de la patria -incluso valores humanos- por lo que se podía recurrir a ellos ante cualquier problema político, social o institucional. Pero con la experiencia del sistema de represión ilegal que se generó desde el Estado y sobre todo de la experiencia de Malvinas, eso se agotó; aunque quiera creer en eso, hoy es imposible”, confirma.
“Es como descubrir que los Reyes Magos son los padres, aunque quieras seguir creyendo ya viste esa otra realidad y perdiste inocencia. La caída del encanto es la pérdida de inocencia”, remata.
En el marco de la actual conjunción Saturno-Plutón, Lodi especula que “quizá ocurra lo mismo con este imaginario, este supuesto adictivo de que lo que a mí me falta lo tiene otro que no me lo quiere dar. El Estado, la iglesia, las clases sociales, los políticos, los militares. Hay alguien que encarna el mal del cual somos víctimas. En Argentina hay un encanto por creer que somos víctimas de otros”.
Aquí también aparece el tema de la polarización en contraposición de una dinámica de polaridad. Esta última implica aceptar que la realidad se expresa en dos polos que están en vínculo. Polarización es una distorsión de la dinámica de polaridad y es creer que esos dos polos están en conflicto, y que uno tiene la verdad absoluta y otro tiene el equívoco absoluto. Los argentinos creemos que esto se resolverá cuando un polo derrote al otro definitiva y absolutamente.
¿Cómo extinguir el hechizo del victimismo? Lodi propone un salto cuántico: reconocer que la violencia que veo en el otro, si la veo es porque está en mí.
Este concepto se extiende a todos los planos. “Creemos que la vida de una comunidad depende de las decisiones de los líderes y yo creo que las comunidades generan a los líderes. Pero creemos que la comunidad es víctima de los líderes y esa fórmula es poco rica para atender los procesos más profundos de la conciencia colectiva.
Y vuelve sobre Argentina: “Un país canceriano genera un movimiento como el peronismo, que tiene la virtud de venir ‘con papá y mamá’. El peronismo tiene ese encanto y esa virtud para penetrar en el inconsciente. Si vos presentás un modelo político que viene con papá y mamá, eso resuena, es inconscientemente seductor. El impacto del peronismo, más allá de lo ideológico y lo político, es psíquico”.
Acá cobra valor la información que nos da la astrología: “Por eso uno comienza a relativizar las evaluaciones intelectuales o científico-sociales, porque si no tomás en cuenta la dimensión psíquica de esto te perdés, quizá, la información más valiosa de esto”, interpela Lodi.
“Investigando procesos históricos con los ciclos astrológicos se pueden ver ciertas recurrencias, ciertos climas que se repiten, por lo tanto, a partir de qué respuesta se le dio en el pasado, podés evaluar cuál sería el desafío de una respuesta distinta en el presente”.
“La conjunción Saturno/Plutón está ocurriendo ahora y ocurre cada 30 y pico de años, tres veces por siglo. La Argentina tiene 200 años nada más, los astrólogos deberíamos tomarnos el mínimo trabajo de ver seis procesos históricos”. La investigación astrológica de los procesos históricos es el campo que le interesa particularmente a Alejandro Lodi.
“En cada conjunción Saturno/Plutón el país fue otro. Ahora podemos ser otro, esa es la oferta. La astrología no es obligatoria, pero es inexorable. Podés dejar terapia, pero si necesitás terapia y no la dejás, va a haber consecuencias”.
VIDEO de la entrevista
AUDIO de la entrevista
¿ Y si no soy la imagen que tengo de mí? Astrología para la evolución, con Alejandro Lodi
Monica Baum, enero 2020