Daniel Taroppio. Danza Primal e Interacciones primordiales

Monica Baum Entrevistas, Entrevistas completas

No quiero que me digan lo que dijeron Buda o Jesús, quiero tener la experiencia que ellos tuvieron.

 

Daniel Taoppio es un psicólogo argentino, magíster en Desarrollo personal y social, que creó la Escuela de Psicología Transpersonal Integral, con sedes en nueve países de Sudamérica, Estados Unidos y Europa.

La Danza Primal es una de sus creaciones más conocidas. De ella diría:

“Es nuestro mayor tesoro, es la disciplina que más amamos porque es la más profunda, la más intensa, la más divertida. Los talleres de Danza Primal son una fiesta”.

Pero, detrás de ella está el modelo de las Interacciones Primordiales, un trabajo científico de más de 40 años iniciado por una beca del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), que le propuso elaborar un modelo de desarrollo personal que fuera práctico, profundo, rápido y que tuviera alcance social.

Entonces comenzó a preguntarse qué es lo más importante para los seres humanos.

Reconoció que todo lo que hacen los seres humanos tienen que ver con interacciones. “Somos seres interdependientes. Entonces llamé a este modelo “interacciones primordiales” porque tiene como objetivo entender que las relaciones interpersonales son lo primordial en nuestra vida”, explica.

A su vez, vio que en las relaciones interpersonales había muchos niveles de profundidad y que los seres humanos somos los únicos seres vivos que podemos ser conscientes de que estamos interactuando. Pero esa interacción se construye sobre la búsqueda de sí mismo. “El cerebro humano es el único órgano en el universo que le permite explorarse a sí mismo para darnos cuenta que, finalmente, somos todos parte del mismo universo y con ello, que somos todo lo mismo”.

Con este modelo de Interacciones primordiales, Daniel Taroppio procura llevar este nivel de conciencia práctica y empíricamente a las familias, a las empresas, a las instituciones, a las organizaciones, para que las personas recuperen lo primordial. “Para que nos demos cuenta que, mientras hacemos cualquier tipo de actividad, hay algo sagrado potencialmente que se puede concientizar, que se puede realizar”, sostiene.

La herida básica del ser humano contemporáneo

Este abordaje busca ir más allá de las creencias religiosas o de los grandes mitos que sostienen el imaginario de la humanidad. “Hay alguna parte de la sociedad que todavía tiene un pensamiento mítico y que cree en leyendas y que se siente contenta con eso, pero este es el relato del relato bíblico.

Estadísticamente, hay un 40% de la población que se tranquiliza escuchando un relato de este tipo, pero hay un porcentaje mucho más grande de la población a la que ya no le alcanzan los mitos. Gente que se empieza a decir: “Yo quiero tener esta experiencia, no quiero que me digan lo que dijo Buda o lo que dijo Jesús. Yo quiero tener la experiencia de unidad que ellos tuvieron”.

Esta búsqueda se origina en, lo que llama Taroppio la “herida básica del ser humano contemporáneo”, que está en la raíz más profunda de la salud, de la enfermedad y más allá de todos los conflictos psicosomáticos, financieros, de pareja, la inseguridad social, todas las cosas que nos afectan que son reales.

“Esa herida básica no es psicológica ni social, tiene que ver con la condición humana fundamental y es que somos la única especie que, a partir de tener un lóbulo frontal, ha perdido el contacto ingenuo, espontáneo con la naturaleza”, el paraíso, como parafrasea a continuación.

Pero entonces ¿por qué tuvimos que salir del paraíso? “Porque somos los únicos que podemos volver conscientemente a ese paraíso de vivir en el presente”, explica. Y la pregunta que sigue es ¿cómo recuperar esta sensación de unidad, de pertenencia a la naturaleza, pero ya no a través de un mito o de un dogma religioso, sino a través de una experiencia?

Somos seres emocionales, cognitivos y energéticos

Con este concepto tan amplio y abarcador del ser humano, el desafío de Daniel Taroppio era encontrar la manera de trabajar con los problemas concretos (crisis de pareja, enfermedades psicosomáticas, problemas financieros) sanando esa herida básica.

A su vez, el método debía ser práctico y profundo, al alcance de todos y que reconozca la persona como un ser humano integral, no solamente como un ser biopsicosocial, con cuerpo, mente y formando parte de una sociedad.

Toroppio sostiene que somos mucho más que eso:

“Somos seres emocionales, cognitivos y energéticos. Y, además, somos seres trascendentes, necesitamos encontrarle un sentido trascendente a la existencia”.

Así inició el desarrollo de un método que responda a cada una de estas facetas del ser humano. “No puedo decir que el ser humano es integral y trabajar solo con el lenguaje, con la palabra. O trabajar solo con el cuerpo, como hacen otros. O trabajar solo la emoción. Necesito trabajar integralmente y me di cuenta que un solo método no me iba a permitir esto”, relata.

Fue el surgimiento del modelo de «Interacciones Primordiales«, porque busca que los seres humanos recuperemos lo esencial en nuestras interacciones.

“Uno puede pasarse la vida haciendo catarsis y si no le pone palabras y no entiende lo que le pasó, la catarsis sola no funciona; o al revés, se puede pasar años y años haciendo análisis hablando y hablando, y nunca entrar al cuerpo; y tampoco funciona”.

Movimiento Primordial, Lingüística Primordial, Meditación Primordial

Como consecuencia, este modelo decantó en tres métodos: el Movimiento Primordial, una metodología para trabajar el nivel corporal, emocional y energético; la Lingüística Primordial, para trabajar lo cognitivo.Y la Meditación Primordial, que permite ir más allá del cuerpo y del lenguaje, y desarrollar una actitud contemplativa hacia la propia vida.

Estos tres métodos bajan a la práctica en tres disciplinas distintas, porque cada una opera en distintos ámbitos. Explica Taroppio:

“La Psicoterapia Primordial, en la cual sólo formamos a psicólogos y a psiquiatras. El Coaching Primordial, para trabajar en organizaciones.

Y la Danza Primal, “es un nombre metafórico porque la gente cree que es un baile y no es así, usamos música y expresión corporal, pero es un método de reintegración bio-energético a través del cual, en la interacción con otros y en el propio descubrimiento de la profundidad del cuerpo, verdaderamente podemos sanar esta herida básica. Sentir que nuestro cuerpo es universo sintetizado, que somos una gota de este océano que es el universo, pero que nunca podemos estar separados”, puntualiza.

El lugar de las emociones

En este modelo de comprensión del ser humano hay una legitimación de las emociones y de los sentimientos, que venimos muy acostumbrados a reprimir.

“Si estoy conectado con mi cuerpo y tengo una pérdida, por ejemplo, la voy a llorar. Y a lo mejor me voy a pasar tres días llorando hasta que lo agoté. Y después pasaré a otra cosa. En cambio, si no hago el proceso de duelo me quedo en un pseudo duelo que es la queja. Cuando la energía corporal emocional se agotó el ser humano pasa a otra cosa.

En lugar de conectarme con mi enojo, de conectarme con mi tristeza, de conectarme con mi sexualidad, hacemos una vida descafeinada. Una vida descolorida en la cual las emociones siguen ahí adentro enfermándonos, en lugar de hacernos cargo de ellas, expresarlas saludablemente cuidándome a mí, cuidando al otro, a la otra, e integrando todo con el lenguaje, con la comprensión de esto.

Después necesito retirarme y tener una disciplina contemplativa que me permita decir ‘yo no soy mis emociones, las emociones están en mí, pero yo puedo tomar distancia’”, explica.

Sobre la meditación primordial, Taroppio aclara que no es ningún tipo de viaje fuera del cuerpo, de cosas metafísica astral ni mucho menos, sino que es un método para tener plena conciencia del cuerpo físico, lo cual crea las condiciones para acceder al cuerpo energético que está adentro, no afuera de uno.

“Cuando tomo contacto con eso que me habita que no soy yo, que es una sabiduría ancestral, me doy cuenta que mi ego, que mi personalidad, son apenas los gerentes momentáneos de esta versión del universo que es mi cuerpo, pero que, en lo profundo, yo soy eso que me habita.

En ese momento accedí a la conciencia cósmica. Sin ninguna creencia, sin mitos, sin leyendas, sin dogmas, no tengo que creer en nada, es una experiencia. Nadie me puede negar que tengo un cuerpo físico, nadie me puede negar que mi cuerpo físico es energía cuántica en movimiento y nadie me puede negar que yo no lo manejo, por lo tanto hay algo en mí que sabe lo que yo no sé. Eso en mí que sabe lo que yo no sé, eso es lo sagrado. Lo quiero llamar dios, llámalo dios”.

Esta forma de ver la trascendencia nos impulsa a reconciliarnos con una dimensión espiritual, pero otro tipo, no la de un dios externo a nosotros.

“Es interesante preguntar de dónde salió esto que dios está en otro lado. Si lees las escrituras de todas las tradiciones místicas contemplativas de cualquier religión, Sócrates, todos decían lo mismo: «Conócete a ti mismo y conocerás el universo».

Todas las tradiciones dicen que dios está dentro de nosotros, pero ¿sabes cuál es el problema? que si está dentro tuyo no tengo más negocio ¿cómo te voy a vender lo que está dentro tuyo? Necesitamos proyectarla afuera para que haya un Pontífice, alguien que haga de puente con aquel”, marca Taroppio y refuerza:

“Somos divinos aquí, ahora, sin necesidad de ningún trámite, de ninguna complejidad ni de pagarle a ningún gurú para que nos dé la bendición.

 

Cómo salimos del confinamiento por la pandemia

Daniel Taroppio también ofreció su visión sobre este tiempo tan particular que está viviendo la humanidad, con la Argentina todavía en un duro confinamiento.

“Hay dos cosas que me preocupan mucho en esto. Hay mucha gente que plantea que vamos a salir de esto peor de lo que éramos porque esto puede sacar lo peor de la humanidad, autores a los que les cuesta mucho ver el poder del espíritu humano para la transformación.

Por otro lado hay gente muy ingenua que dice: «vamos a salir de esto y va a empezar la new age, vamos a ser todos fantásticos, vamos haber aprendido, vamos a hacer todos veganos, no vamos a usar más combustibles.

Esas dos miradas, una tan negativa y la otra tan ingenua, tan tipo mente positiva, me parecen bastante peligrosas porque creo que tenemos tantas posibilidades de salir de esto mucho peor, como mucho mejor. Hay un hilo muy delgado que va a separar cuál va a ser el resultado de esto, si vamos a salir tipo Trump o Bolsonaro, o si vamos a salir tipo Nueva Zelanda o los países nórdicos.

Creo que la gran invitación en este momento es a decir: si están tan parejas las fuerzas, si hay tantas posibilidades de caer en el abismo o de generar un cambio radical en la conciencia humana ¿de qué depende que nos vayamos para un lado o al otro? Depende de vos, depende de mí, depende de cada uno.

Uno se tiene que preguntar qué puedo hacer yo para inclinar la balanza porque a lo mejor, mi peso sea el que va a mover la balanza para este lado. Creo que esta es una enorme oportunidad para invitar a la gente al desarrollo personal, ahora que no podemos salir, que no hay diversiones afuera, trabajemos con nosotros mismos.

Hagamos esta hermosa aventura que es conocernos a nosotros mismos, saber que cualquiera sea el nombre que le podamos poner, acá adentro hay algo que no soy yo y que también soy yo pero que me trasciende, que es transpersonal.

Lo transpersonal no está allá afuera lejos, está acá, el cielo está acá.

 

VIDEO de la entrevista

PODCAST de la entrevista

Todos tenemos una herida básica ¿Qué subyace en las interacciones con los otros?

Monica Baum, junio 2020