José Miguel Burguete. Terapia Gestalt y Biodescodificación

Monica Baum Entrevistas, Entrevistas completas

Al dolor emocional hay que sentirlo, expresarlo y resignificarlo para sanar

 

José Miguel Burguete es terapeuta Gestalt especializado en Biodescodificación con énfasis en Constelaciones Familiares, de Barcelona, España. Además es coach, trabaja con teatro terapéutico y es formador de terapeutas.

Lo invitamos a conversar sobre el dolor emocional, ese sufrimiento que tenemos la mayoría de las personas, ese “algo” que a uno no lo conforma o que molesta de la vida y que suele ser el impulso para trabajar interiormente y así sanar o transformarse.

Sabemos hablar del dolor físico, lo podemos clasificar fácilmente en tipos, localizaciones e intensidades. “A nivel emocional funciona exactamente igual pero vamos bastante más despistados, dice José Miguel Burguete. Nos pueden doler, por ejemplo, los recuerdos o la imaginación de lo que va a ocurrir y lo catastrófico que creemos que va a pasar. Nos puede doler el presente, lo que me esté pasando aquí y ahora”.

La expresión del dolor emocional no es igual al físico, sino que se manifiesta como rabia, tristeza, miedo, vergüenza, desvalorización, culpa, entre otras formas más o menos sutiles. Pero para poder enfrentarlo de manera saludable es necesario tener recursos efectivos pues, de lo contrario, es fácil caer en el escapismo o en las adicciones.

“Si te duele el cuerpo o si te duelen las emociones es porque hay algo que tiene que ser sanado y, si lo escondemos con la televisión, con adicciones o no queriéndolo ver, se agrava y puede generar muchísimas más limitaciones en nuestra vida”, dice Burguete.

Tipos de dolor emocional

Burguete explica que lo que nos causa dolor emocional es todo aquello que confronta lo que nosotros deseamos, como estar seguros o sentirnos amados. “Vivir una situación que no es la que a mí me gustaría vivir me genera un malestar interior. Y una misma situación nos puede producir diferentes emociones y sentimientos a la vez.

La diferencia entre emoción y sentimiento es que las emociones son más biológicas, más simples: miedo, tristeza, rabia. En tanto, en el sentimiento interviene más la interpretación que le damos a los hechos: me siento inseguro, me siento no querido, me siento no valorado”.

Y acá tenemos otra pista para la autoindagación: “Según el tipo de malestar que estoy sintiendo por ese acontecimiento que estoy experimentando y que me está confrontando, puedo ver qué necesidad no está cubierta en mí. Por eso, lo primero y la clave es saber definir qué es lo que estoy sintiendo y cómo lo estoy sintiendo porque todo eso nos ayudará a expresarnos para liberarlos”.

José Miguel Burguete nos ofrece una clasificación muy sencilla:

“Las pérdidas están muy conectadas con la emoción de la tristeza (he tenido algo y lo he perdido). Las frustraciones están muy conectadas con la emoción de la rabia y el enfado (no lo he llegado a tener pero esperaba tenerlo). Los traumas surgen del miedo o pánico porque sentimos que estaba en peligro nuestra integridad física o la de un ser querido”.

La culpa también requiere un lugar destacado. “La culpa es como un enfado pero hacia uno mismo. En la frustración me enfado con lo que me frustra, en la culpa me enfado conmigo por una decisión que he tomado.

Y ahí podríamos añadir la vergüenza y la desvalorización. La vergüenza es el sentimiento de no sentirse apropiado, en tanto, la desvalorización es el sentimiento de sentirse incapaz o limitado en sus capacidades”.

Cómo curar el dolor emocional

Para sanar un dolor emocional hay tres fases muy importantes, explica José Miguel Burguete.

“La primera es permitirte sentirlo, porque si bloqueas el sentir no sabes qué vas a tener que resolver. Y segundo, permitirte expresarlo. En el momento en que lo sientes vas a tener la necesidad de hacer algo con eso, de decirlo, de expresarlo, de explicarlo, de escribirlo, o incluso de hacer arte.

El tercer paso es resignificar esa historia dentro de mi destino y mi experiencia de vida, darle un significado positivo a esa experiencia, es el aprendizaje que me queda.

Si cuando sentimos un dolor emocional, lo expresamos y luego conseguimos encajarlo dentro de nuestra historia personal no queda indigesto. Luego lo suelto. Es algo que ha ocurrido y que no tiene por qué volver a ocurrir. Y si ocurre ya tengo la experiencia y tendré más recursos para resolverlo”.

Herramientas para trabajar el dolor emocional

Las posibilidades son cada vez más variadas y el propio José Miguel Burguete utiliza varias herramientas para trabajar con los consultantes. Ahora, ¿cómo elegir la más apropiada para nuestro dolor emocional?

“Depende muchísimo de la persona, de sus creencias y de lo que ella sienta que le pueda ayudar. Hay personas de muchos tipos, algunas son más espirituales, otras más científicas. Viendo cómo tiene estructurada su identidad, se puede utilizar un lenguaje u otro.

Y hay tres planos donde debemos trabajarnos para sanar. A veces con trabajar uno ya suficiente pero otras no queda más remedio que ir a los tres planos. El primer nivel es el biológico, el segundo es el psicológico y el tercero es el sistémico.

Para el plano biológico es muy interesante la Biodescodificación. Vivimos los conflictos como lo hacen los animales. Por ejemplo, podemos vivir carencias, el peligro de un depredador o que nos amenacen en nuestro territorio.

En el plano psicológico entramos en perfiles de personalidad. El Eneagrama, por ejemplo, es una herramienta excelente porque describe cómo funciona nuestro ego, qué deseamos, qué nos dan miedo y cómo se conectan nuestros miedos y nuestros deseos. La Terapia Gestalt también va muy bien para trabajar lo psicológico, para darte cuenta de que como estás en tu nivel emocional, mental y corporal.

Y en el plano sistémico entrarían las Constelaciones Familiares. Todo aquello que me pasa en el presente influye en mi familia y lo que le pasa a mis seres queridos me influye a mí. Pero con las Constelaciones Familiares nos damos cuenta de que, a veces, lo que nos pasa ahora está conectado con lo que le pasó a mis padres o antepasados en el pasado.

Las Constelaciones Familiares son como una máquina del tiempo donde podemos ver que la raíz de mi conflicto o dificultad pueden estar conectados con algo que no he sanado con mi madre o con mi padre, o una lealtad muy profunda a lo mejor a un tío que quedó excluido del sistema. Incluso abuelos o bisabuelos que vivieron guerras y pasaron hambre y carencias, o muertes difíciles de sostener como la de bebés”.

El trabajo con el niño interior

Quise detenerme en el tema del Niño o la Niña Interior pues suele ser sencillo de comprender y de sentir.

“Tenemos que trabajar con nuestro niño interior herido y con nuestro niño interior inocente, explica José Miguel Burguete.

El niño interior herido es el más fácil de entender, es lo que papá y mamá no supieron hacer bien con ese niño, o lo que ese niño interpretó como tal. Ahí nos encontramos con las heridas de abandono, de humillación, rechazo, traición o injusticias donde papá y mamá, con sus limitaciones y su nivel de consciencia, hirieron a su hijo o a su hija de una manera o de otra.

Por su parte, el niño interior inocente es el más complicado y va muy bien trabajarlo desde las Constelaciones Familiares. Al niño inocente le duele más el sufrimiento de sus padres que su propio sufrimiento. O sea, lo que más le puede herir al niño es ver sufrir a sus padres, aunque por supuesto también le lastima lo que le afecta directamente.

Por ejemplo, ve a su madre que se encierra en la habitación a llorar porque papá no la está tratando bien, o ve a su padre desesperado porque no tiene trabajo y no va a tener comida para alimentarlos. Ese niño que es tan pequeñito y que es puro amor necesita hacer algo con eso y no sabe qué porque es muy pequeño.

Ese «hacer algo» puede ser desde ir a mamá a animarla y decirle «mamá, tranquila», y es cuando esa niña pequeña se convierte en la mamá de su mamá; o puede ser que se enferme porque “cuando me enfermo papá y mamá ya no se pelean”. O incluso, si hay poco dinero y son muchos hermanos, uno de ellos es como que decide dejar la vida “para que papá y mamá no tengan tantos hijos a los que alimentar”.

Ese niño inocente está dispuesto a sacrificar lo que sea si siente o cree que eso puede aliviar el sufrimiento de sus padres. Y lo hace desde un lugar muy inconsciente porque no es que lo premedite, no tiene la mente madura, pero le va a surgir enfermarse sin saber por qué, le va a surgir ser un niño tirano y empezar a romper cosas para reclamar la atención de papá y mamá así no discuten entre ellos. 

Casi siempre, detrás del niño herido está el niño inocente. El niño herido suele ser una cortina de humo que no nos deja ver lo que realmente nos duele y lo que nos duele es la impotencia que sentimos de niños viendo el sufrimiento de nuestros padres o cuidadores. Porque somos seres de amor, entonces lo que más nos duele es el sufrimiento de la gente queremos”.

Cómo empezar a hacer un camino interior

Las personas que quieren comenzar a hacer un camino es porque tienen un sufrimiento que les está motivando a eso. Burguete dice: “Hay dos tipos de personas, la que está harta y la que está harta de estar harta.

La que está harta se conforman con quejarse y que la escuchen y consuelen. Pero la persona que está hartas de estar harta «va a por todas». No se va a conformar con consolarse un rato y contar sus cosas.

Esa persona es la que va a querer conocerse muy bien a sí misma y está dispuesta a hacerlo. Eso va a facilitar el sortear las resistencias de escarbar en ese dolor emocional. Porque si quieres sanar de raíz hay que hurgar la herida”.

Hay que hurgar la herida para resignificarla y, así, sanar.


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PODCAST de la entrevista

El dolor emocional. Si lo sentimos y lo expresamos podemos sanarlo

Monica Baum, octubre 2020