Martín Daulerio. Coaching Metacreativo

Monica Baum Entrevistas, Entrevistas completas

El HACER requiere una forma de SER. ¿En quién debo transformarme para lograr los resultados que deseo?

Cada vez con más frecuencia nos encontramos con personas que, paralelamente a su vida laboral ordinaria, realizan actividades profesionales que tienen que ver con el desarrollo personal.

Martín Daulerio es co-director de Faiketen, el estudio de grabación donde hacemos los podcast para Wetoker, pero sobre todo, es coach ontológico y experto en coach metacreativo.

“Comencé en esto de la autorrealización, tanto de organismos, personas y empresas con lo que normalmente se llama coaching contextual o coaching transformacional en 2005 y fue un antes y un después porque venía de una crisis. No fui a sanarme, a curarme, porque no es el propósito de esos entrenamientos, pero como efecto colateral pude superar un montón de situaciones personales que me llevaron a indagar en el fenómeno humano”, nos cuenta. También se dedica a la formación de nuevos coaches.

 

Transformacional, Ontológico, Corporal. Coaching con diferentes miradas

El coaching transformacional y el ontológico “son como primos hermanos”, explica Martín Daulerio. “Lo que llamamos coaching transformacional viene del modelo Lifespring que nació en los años 70 y que eran entrenamientos de alto impacto para transformar a las personas, para llegar a ver la vida desde un punto de vista de responsabilidad, de ser fuente de su propia experiencia, salir del rol de víctima, etc.”.

Agrega que el coaching ontológico indaga en la teoría, la filosofía, la teoría del conocimiento y los científicos detrás de la transformación. “Para mi mente analítica eso fue muy rico”, aunque también estudió coaching por valores, coaching corporal, la PNL y otras disciplinas asociadas.

Una vertiente particular es la del Coaching corporal.

“Desde el punto de vista del coaching ontológico, los seres humanos somos observadores de la realidad y, a partir de cómo observamos, creamos la realidad. Ese observador tiene tres ámbitos: uno es el lenguaje (los pensamientos, lo que conversamos, lo que nos conversamos, los que nos conversan). Por otro lado, el ámbito de la emocionalidad, donde entran las emociones en sí, los estados de ánimo, los sentimientos. Y la corporalidad, es decir, este cuerpo que tenemos y la forma en que nos manifestamos en la vida.

Desde el coaching ontológico tradicional se hace mucho énfasis en la conversación, lo lingüístico en sí y lo emocional, pero no hay tantos abordajes del punto de vista del cuerpo. O sea ¿qué cuerpo habito en el momento en que tengo este quiebre recurrente o este problema, o que caigo en la angustia, o me quedo sin trabajo? o ¿Qué cuerpo me lleva a generar las crisis por lo cual termino con la pareja, por ejemplo?

Desde el punto de vista del coaching corporal nuestro cuerpo es nuestra posibilidad y al mismo tiempo nuestro límite, juega ese doble papel. Podemos accionar de acuerdo a lo que nuestra biología nos permite, pero al mismo tiempo tenemos esa biología para accionar y, obviamente, el cuerpo responde diferente a las distintas edades. Por ejemplo, si yo tengo como objetivo correr una maratón a los 70 años, quizás requiera un poco más de entrenamiento y más cuidados que si estuviera 25.

Es muy importante lo corporal en tanto nos permite darnos cuenta de qué manera estamos siendo en el mundo en los momentos en que nuestras limitaciones se hacen evidentes. Por ejemplo, puedo tener todo el conocimiento de cómo diseñar una conversación para obtener un ascenso, pero no tengo el cuerpo para llevarla adelante (me tiembla la voz, me pongo nervioso).

Ahí hay un estar siendo en ese cuerpo que requiere mirarlo, registrarlo, entrenar habilidades”.

 

¿Qué tipo de gente va a buscar coaching?

Antes que nada, Martín aclara que no llama paciente, ni consultante, ni coachee al que requiere sus servicios profesionales, sino lisa y llanamente, «cliente». «Porque esas palabras generan una impresión como que alguien está más arriba y en el coaching -como lo vemos nosotros-, somos dos personas que tenemos problemas, situaciones que resolver, aprendizaje por hacer, que estamos en un ámbito donde generamos un espacio de mutuo aprendizaje. Nada más que el coach tiene ciertas habilidades y ciertas maneras de ver e indagar”.

Sobre el tipo de consultas que lleva a la gente a buscar coaching sostiene que “hay de todo. Hay personas que vienen porque se sienten mal, y en ese sentido indagamos en la causa por la cual se sienten así porque si es algo que tenga que ver con la salud, lo derivamos.

Pero, normalmente trabajamos con las personas que tienen la grandeza para ver sus propias limitaciones y tienen la motivación y la aspiración de sobreponerse y de entrenar nuevas habilidades para llegar a un estado, a un estilo de vida al que todavía no han llegado”. Refiere a la autorrealización.

“El coaching tiene que ver con el hacer porque sin acción no hay resultados, pero parte del paradigma Ser – Hacer – Tener. Es decir, quién requiero ser para emprender ese tipo de acciones que no he podido emprender hasta ahora y conseguir el tipo de resultado que no he tenido hasta ahora. El hacer requiere una forma de ser.

Normalmente, la enseñanza está muy enfocada en la técnica, estamos súper entrenados en el hacer. De hecho, en nuestro vocabulario hay muchas cosas que dan cuenta de la estrategia, del mecanismo, de cómo hacerlo. Ahora, lo fundamental y lo que nos hace llegar a un nivel superior, lo que se llama salto cuántico, es la transformación del Ser. O sea, en quién requiero convertirme para poder emprender esas acciones que aún no he podido emprender porque no tengo ni idea.

Tiene que ver con nuestra ceguera cognitiva, eso que no sé que no sé y que requiero aprender. No sé lo que tengo que saber, entonces, el proceso de coaching tiene que ver con tomar conciencia de hábitos conductuales y emocionales, de patrones repetidos, de mandatos; estructuras que «nos tienen», más que nosotros tenerlos a ellos.

En tal sentido, cuando hablamos de creencia me gusta diferenciarlo de juicio, una creencia nos tiene, es invisible. Nosotros estamos ahí adentro, como esa metáfora de del pez adentro del agua; el agua es la creencia”, dice Martín Daulerio.

 

Nuestras creencias responde a necesidades básicas que tenemos como personas

Las creencias principales, lo que llamamos habitualmente «mandatos», responden a necesidades básicas. El “profe” Daulerio lo explica mejor:

“Tenemos necesidades biológicas que nos llevan a sobrevivir y tenemos la necesidad del ego, que es la supervivencia social.

Nuestro cerebro viene con dos miedos básicos de supervivencia, uno es el miedo a los ruidos fuertes. Viene de cuando en nuestros orígenes salíamos a cazar pero al mismo tiempo teníamos gran riesgo de que nos cacen y los animales que podían cazarnos son los que hacían más ruido. Ese miedo innato nos permitía escaparnos y proteger.

Y, por otro lado, miedo a las alturas, a caernos porque, con el mismo ejemplo, necesito bajar una fruta de un árbol que está muy alto, el miedo a caerme me permite estar atento y no matarme.

Ahora, a medida que vamos creciendo, vamos programando nuevos miedos en nuestra mente y aprendemos otros dos miedos básicos relacionados a la supervivencia social. Uno es el miedo a no ser amado y el otro, miedo a no ser suficiente, que está relacionado a no ser amado (si no soy suficiente quizás no tenga tantas chances de ser amado)”.

 

¿Qué es “no ser suficiente”?

“Suficiente para cumplir con los estándares del primer grupo de pertenencia que es mi familia”, explica Martín Daulerio. “Nuestra familia nos da esas certezas básicas que son sentirnos seguros y la necesidad de incertidumbre, son dos necesidades contrapuestas. Le tenemos miedo a la incertidumbre pero es una necesidad básica (imagínate si sabes el día en que te vas a morir). Amamos la certidumbre pero también requerimos incertidumbre.

Por otra parte, la necesidad de significancia, es decir, sentirme importante, sentirme admirado y reconocido por mis padres y mis familiares. Después vamos creciendo y vamos generando estrategias para llegar a lo mismo. En ese nivel también aparece la necesidad de conexión, necesito estar conectado con otros.

Estas necesidades son una distinción de Tony Robbins, sobre las que, además, dice que las podemos satisfacer por una vía positiva o negativa. Yo puedo satisfacer mi necesidad de conexión peleándome con toda la gente; me conecto desde la violencia y la agresión, pero me estoy conectando. Al mismo tiempo, estoy generando que el otro me mire porque para pelearse conmigo necesita mirarme, entonces ahí ya me siento importante”.

En la misma línea y para comprender qué mecanismo intenta destrabar el coaching, Daulerio explica que cuando una conducta o algo que hacemos satisfacen tres necesidades al mismo tiempo, se convierte en hábito. “Tenemos las necesidades de certidumbre, de variedad e incertidumbre, la de importancia y la de conexión o amor. Entonces, si hago una actividad que satisface a tres al mismo tiempo tengo gran posibilidad de que se convierta en hábito.

Para intervenir esos hábitos y transformar nuestra vida, Daulerio propone el Coaching Metacreativo como una de las alternativas más completas e transformadoras.

 

El Coaching Metacreativo hace nuevas preguntas para nuevas respuestas

Con tantos tipos de coaching resulta un desafío encontrar una alternativa innovadora.

“El coaching metacreativo es un modelo de intervención que le suma al enfoque ontológico distintas miradas, explica Daulerio. “Algo del coaching sistémico de Alain Cardón, herramientas de PNL, también el coaching corporal, algo de lo que es el análisis transaccional, también la teoría del campo de Kurt Lewin. O sea, hay varias escuelas o disciplinas que conviven ahí, pero ¿cuál es el punto? Es ver al observador o a la persona que somos como una persona que percibe el contexto, que piensa a partir de lo que percibe, que siente a partir de lo que piensa, que actúa a partir de lo que siente y que corporiza a partir de lo que actúa.

Es decir, para el coaching metacreativo la persona y el contexto son lo mismo. Tu habitación habla de quién sos, el tipo de resultado que tenés habla de quién sos, cómo te sentás habla de quién sos. Trabajamos con lo que llamamos mapeo, tomamos esto de la PNL que dice que el mapa no es el territorio, es decir, lo que pensamos no es lo que pasa, pero generamos un mapa para acceder al territorio.

Buscamos que la persona pueda describir y configurar el problema, es decir, cómo tiene el problema configurado en la mente y ¿cómo lo hace? lo configura en el espacio. Cuando lo configura en el espacio elige ciertos elementos que tienen un valor simbólico, que es un trabajo inconsciente, pero ahí entramos en una indagación y podemos ver cuál es el significado oculto atrás de lo que eligió.

Así, podemos acceder corporalmente, emocionalmente, lingüísticamente a cómo el cliente configuró su problema. Ahí reconocemos que el problema lo vemos siempre afuera, pero en el coaching hablamos de «quiebre», que es nuestra interpretación sobre lo que pasa. Y entonces se puede meter una especie de holograma y habitar su mente, y de ese modo, empezar a preguntarse qué lo llevó a ordenar las cosas así, para qué las ordenó de esa manera, qué requiere mover. Ahí entran herramientas del design thinking, entre otras, y va haciendo como un re-encuadre en 3D”.

 

Cómo hacer para que esto no quede en el ámbito del lenguaje y transforme la vida de la persona

Es la gran demanda a estas disciplinas de los que se cansaron de ir por años a “hacer terapia” y lograr magros resultados.

“Lo que hacemos es que, al mismo tiempo que la persona comienza a reflexionar, requerimos anclarlo. Ahí traemos herramientas de PNL y trabajamos con coaching corporal para ver qué micro herramientas podés llevarte de la sesión para llevar a la práctica en el día a día, cuando normalmente se gatilla la estructura y la defensa. Ahí está el momento clave, cuando el cliente tiene lo que llamamos estrés creativo.

El estrés es un mecanismo para estar alerta ante un peligro, el estrés creativo es estar alerta a qué posibilidad nueva puedo crear. Entonces, donde veo que caigo en el automático, que es cuando alguien me dice algo que me molesta o aparece una persona que es muy parecida a otra, etc., puedo tomar conciencia de este estrés creativo y ver cómo generar algo nuevo.

Es una manera de crear algo distinto, encender una mecha diferente para dejar de entrar en reacción. El coaching se hace cargo de eso, de romper patrones, o de descubrirlos para dar vuelta la polaridad de ese patrón, es decir, que esa energía que me tiraba hacia lo negativo ahora me permita avanzar”.

Martín Daulerio también explica cómo es el trabajo en organizaciones y la diferencia con el trabajo con personas individuales. Y en el cierre cuenta cómo, con su colega Martín Leguizamón, analizaron las múltiples y magistrales características de coach que tuvo el General San Martín, Libertador de Argentina, Chile y Perú.

 

VIDEO de la entrevista

PODCAST de la entrevista

Nunca es tarde para la auto realización. El coaching como una herramienta posible

Monica Baum, abril 2020